La Sierra de las Estancias, en su cara meridional, acoge a la villa de Lúcar, que al pie del cerro de San Marcos mira hacia el Almanzora y los Filabres en un marco de recogida belleza no exenta de misterio. Tal vez su toponimia sea el mejor referente de su origen, del latín lucus, bosque sagrado, selva. De hecho, Madoz en 1848 habla de que la Sierra de Lúcar, perteneciente al Marqués de Valmediano, «tiene pinos y monte bajo de combustible y carboneo».
Su heráldica, bellísima, nos muestra, como señala Navarro Gómez, «Un escudo partido. Primero de plata, un águila de sable. Segundo de oro, nueve árboles de sinople en tres fajas de tres árboles cada una. Timbrado de corona real cerrada». Añade el autor que el origen de los cuarteles está en las armas de Aguilar, Marqués de Villena.
En efecto, el 23 de julio de 1492, los Reyes Católicos cedían, entre otros lugares y villas, la de Lúcar al señor de la casa de Aguilar Alonso Fernández de Córdoba. La referencia de su toponimia encaja con esa tradición histórica de la Sierra de Lúcar, sierra de bosques, aunque hoy sea recuerdo de un paisaje de pinos, pero que conocieron una esplendorosa floresta hasta la época moderna, no en vano se documenta en el Libro de Apeos de 1571 su aprovechamiento forestal.
''Calle de Lúcar''
El origen de su poblamiento al amparo de sus fuentes y manantiales se pierde en el tiempo. Testimonios abundantes de la época romana de los Baños de Cela nos hablan de un ininterrumpido poblamiento desde las épocas prehistóricas.
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''Ayuntamiento''
No en vano el valle del Almanzora fue una ruta que articuló el Levante peninsular con el Occidente atlántico. Los censos más antiguos nos hablan de una ciudad murada de una sola puerta, en la que vivían en el siglo XVI, según lo recoge Tapia, 621 moriscos y 5 cristianos viejos.
Hoy el panorama demográfico no ha cambiado mucho. En el último censo de 1991 sólo cuenta con 780 habitantes. El transcurrir de la historia nos habla de una evolución demográfica en función de los avatares- económicos, pero siempre dentro de unos parámetros de modestia. Así, en el siglo XIX, el término de Lúcar acogía a 1.445 almas, que cien años más tarde serán 1.364, distribuidas entre el núcleo y los caseríos de Almaceta, Las Alquerías, Cela y el Pinar.
Solamente a partir de 1985 Lúcar conoce el retorno de los que se fueron y con ellos el inicio de una fase de poblamiento de los que desean olvidar un modelo de civilización urbana al que un día tuvieron que acogerse. Ellos han constituido uno de los capítulos más interesantes de la historia de Almería, de España y de América; son los Marín de Poveda, virrey de la Plata uno, pacificador de Chile otro, catedrático en Sucre un tercero.
Tal vez junto al virgitano Berrio fueron las únicas e importantes aportaciones de los almerienses a la conquista y desarrollo del Nuevo Mundo...Una historia que queda por escribir y conocer
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